La llegada de un nuevo bebé a
la familia puede provocar un montón de cambios repentinos en la vida familiar.
Antes de que nazca el bebé, es lógico que los padres dediquen mucha atención y
energía a los preparativos del feliz acontecimiento. Y, después del parto, la
mayor parte de la atención de toda la familia se centrará en colmar las
necesidades básicas del recién nacido. Tener otro hijo implica doble dedicación
y doble alegría. Los padres deben estar plenamente convencidos de su decisión
y, sobre todo, entender a ese hermano mayor que probablemente no sepa muy bien
lo que ocurre a su alrededor.
En mi experiencia como mamá, podría decirse que el segundo embarazo no fue parecido al primero
en cuanto a los cambios físicos, también es cierto que hubo muchas diferencias en cuanto a las
sensaciones con mi primer embarazo. Algo que me pareció muy diferente fue la confianza con que afronté la responsabilidad,
los preparativos y las molestias.
La conexión con el bebé fue diferente, me fue más fácil hablarle al bebé y
acariciarla desde la barriga, todo fue más
natural y espontáneo.
No pude evitar sentir cierto temor, porque pensé que no iba a poder prestar toda la atención
que necesitaba mi hijo mayor; teniendo
en cuenta que ya no podría
entregarme por completo al que
había sido hasta ahora mi gran amor, y tampoco podía tener una completa unión con mi segunda hija
que dejara al primero fuera de la
relación madre e hijos, pero con paciencia y constancia todo salió bien.
Lcda. Lizbetth Davila
Docente de 4º Grado
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