La
paternidad es cuidar, proteger, querer, educar, alimentar, dar, corregir. Y el objetivo
final, es producir un adulto responsable y autosuficiente. Permitir a
los niños tener responsabilidades
apropiadas para su edad, les ayuda a desarrollar su autoestima y a que se
sientan que son una parte fundamental dentro de su contexto. Darles pequeños
trabajos, también sirve para dirigir su energía hacia algo productivo, tratemos
de que sean trabajos divertidos y darles elogios y las gracias por sus
esfuerzos.
Fomentar
la autonomía desde los primeros años de vida es la base del aprendizaje, ya que
les permite ser más seguros de sí mismos y de sus capacidades, a la vez que
aprenden a asumir riesgos y a valorar sus posibilidades de éxito. Por su parte,
un niño dependiente requiere de ayuda continua y tiene poca iniciativa, suele
presentar problemas de aprendizaje y de relación con los demás. Ayudar a nuestros
hijos a ser más autónomos es una tarea relativamente sencilla, ya que se trata de
permitirles tomar decisiones y asumir responsabilidades.
¿Cuándo empezar a educar en
responsabilidad y autonomía?
-Luego del año y medio podemos ver en los niños y niñas sus primeros gestos autónomos, en su capacidad
de movimiento y de comunicarse. Así que podemos exigirles que se muevan sin
ayuda, caminen solos y que pidan lo que
quieren o necesitan por su nombre.
-A los tres años deben poseer
un lenguaje amplio y claro, por lo tanto tenemos que enseñarles a comunicarse completamente,
especialmente sus emociones. Así los niños podrán informar sobre sus deseos o
explicar lo que quieren sin tantas rabietas o lloriqueos. También pueden comer solos,
empezar a vestirse y a adquirir las diferentes pautas de comportamiento y de
higiene.
-A partir de los cinco en
adelante, tienen cada vez más tareas y las responsabilidades, especialmente las
relacionadas con el colegio y actividades complementarias.
Algunos errores que
cometemos:
-En ocasiones los niños
muestran interés por actividades sencillas en el hogar, como quitar el polvo
con un plumero, usar una pequeña pala y escoba, o manejar la aspiradora; y les
decimos que no. Ya sea porque pensamos que es pequeño, que hará un daño o que
ya hay alguien que se encarga de la limpieza. Tenemos que confiar en los niños,
enseñarles poco a poco a hacer las cosas y no quitarles la iniciativa de
ayudar.
-En lugar de decirles que
limpien su habitación, es mejor dividir en trabajos más pequeños. Así, no se sentirán
abrumados y les gustará más hacerse responsables de su cuarto.
-En ocasiones los niños
pasan de los cinco años y los padres aún les cepillan los dientes, los visten y
los peinan, ya que si lo hacen por su cuenta “quedan mal”. Lo recomendable es
tomar los días libres para con calma enseñarles a arreglarse, o hacer un
gráfico con imágenes de referencia que indiquen su rutina. Si bien es posible
que necesiten que se les recuerde o supervise, los niños pueden hacer estas
actividades.
-Negarles la oportunidad
de tener un animalito. Cuidar de una
mascota puede fomentar el sentimiento de responsabilidad y vinculo afectivo en
el niño. Las mascotas también necesitan ejercicio, lo que generará también una
excusa para que el infante sea más activo y pueda jugar al aire libre. Si la familia
no cuenta con espacio, considerar tener un pez, una tortuga, un hámster, u otro
pequeño, es una opción más fácil.
-Una dificultad frecuente es
negarnos a que los pequeños se equivoquen, a la vez que no les permitimos hacer
sus cosas. Las prisas son el mayor enemigo para fomentar la autonomía de
los pequeños ya que, no les damos tiempo para elegir o no les permitimos hacer
sus tareas. En este sentido, debemos tomar conciencia de la importancia
que tiene que los niños asuman sus responsabilidades y darles el tiempo necesario para que lo hagan.
- Cada niño es único e
irrepetible, las comparaciones son enojosas. Si bien todos los niños pueden ser
educados para ser independientes, en cada uno los resultados serán diferentes.
Es importante conocer sus capacidades, sus intereses y comprobar el esfuerzo
realizado, ofreciendo oportunidades para la experimentación, el acierto, el
error y el aprendizaje. De otro modo, la frustración de apoderará del niño
al no poder alcanzar sus objetivos.
-La responsabilidad no surge
de manera espontánea sino que es fruto de la educación, de la perseverancia y
de la experiencia. Fomentar la autonomía desde niños favorece el pleno
desarrollo de la responsabilidad de los pequeños. La constancia y el
reconocimiento de los logros, así como la reflexión sobre los errores son las
principales pautas para alcanzar resultados positivos.
Aspectos fundamentales para
tener niños y niñas autónomos y responsables:
1.- Dejarlos que comprendan
las rutinas. De este modo una actividad le llevará a la otra de modo natural.
2.- Darles explicaciones. Al
ofrecerles instrucciones sencillas y claras antes de comenzar a hacer algo, les
permitirá poder seguirlas sin equivocarse.
3.- Permitirles actuar
solos. Así, podrán aprender de sus errores y mejorar su confianza.
4.-Ofrécerles opciones para
elegir. Permitirles que escojan su peinado, qué ropa ponerse, cuál juego
desean, les ayudará en un futuro cuando tomen decisiones por sí mismos.
5.- Permitirles pensar. Cuando
hagan preguntas, dejarlos pensar sus propias respuestas, fortalece el
pensamiento racional. Luego se les puede explicar cómo es en realidad.
6.- Enseñarles a buscar
otras opciones. Esto despertará su curiosidad y su autonomía.
7.- Establecer límites
claros. Fomentar la autonomía y responsabilidad no significa dejar que los
niños hagan todo solos. Supervisarles con frecuencia hará que sea una
experiencia realmente educativa.
8.- Darle valor a la negatividad.
Cuando se niegan a hacer algo que se les pidió, hay que analizar si lo hace
porque la actividad está fuera de su alcance o si es sencillamente porque no
quiere. En el primer caso hay que adaptar
lo que le estamos pidiendo. En el segundo, hay que ignorar las quejas y dejarle
que asumir las consecuencias de su
conducta.
9.- Ofrecerles tiempo y
espacio tanto físico como emocional. Permitirles expresarse, sin sentir culpa
por sus emociones y tener un lugar en el que estar tranquilos, les ayudará en
su Inteligencia Emocional.
10.- No los desanimen. Los niños
imaginan grandes aventuras y retos, sin mayor análisis de la realidad. Cuando
lo hagan es interesante fomentar sus inquietudes y permitirle experimentar. Si el
resultado no es el que esperaban, hay que motivarlos a reflexionar, apoyarles y
darles otras posibilidades para establecer nuevos logros.
Lcda. Oriana Salamanca Navas
Docente de Aula Integrada
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