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miércoles, 8 de marzo de 2017

Inteligencia Emocional: La Responsabilidad y la Autonomía en los niños

La paternidad es cuidar, proteger, querer, educar, alimentar, dar, corregir. Y el objetivo final, es producir un adulto responsable y autosuficiente. Permitir a los niños tener  responsabilidades apropiadas para su edad, les ayuda a desarrollar su autoestima y a que se sientan que son una parte fundamental dentro de su contexto. Darles pequeños trabajos, también sirve para dirigir su energía hacia algo productivo, tratemos de que sean trabajos divertidos y darles elogios y las gracias por sus esfuerzos.
Fomentar la autonomía desde los primeros años de vida es la base del aprendizaje, ya que les permite ser más seguros de sí mismos y de sus capacidades, a la vez que aprenden a asumir riesgos y a valorar sus posibilidades de éxito. Por su parte, un niño dependiente requiere de ayuda continua y tiene poca iniciativa, suele presentar problemas de aprendizaje y de relación con los demás.  Ayudar a nuestros hijos a ser más autónomos es una tarea relativamente sencilla, ya que se trata de permitirles tomar decisiones y asumir responsabilidades.
¿Cuándo empezar a educar en responsabilidad y autonomía?
-Luego del año y medio podemos ver en los niños y niñas sus primeros gestos autónomos, en su capacidad de movimiento y de comunicarse. Así que podemos exigirles que se muevan sin ayuda, caminen solos y que pidan  lo que quieren o necesitan por su nombre. 
-A los tres años deben poseer un lenguaje amplio y claro, por lo tanto tenemos que enseñarles a comunicarse completamente, especialmente sus emociones. Así los niños podrán informar sobre sus deseos o explicar lo que quieren sin tantas rabietas o lloriqueos. También pueden comer solos, empezar a vestirse y a adquirir las diferentes pautas de comportamiento y de higiene. 
-A partir de los cinco en adelante, tienen cada vez más tareas y las responsabilidades, especialmente las relacionadas con el colegio y actividades complementarias.
Algunos errores que cometemos:
-En ocasiones los niños muestran interés por actividades sencillas en el hogar, como quitar el polvo con un plumero, usar una pequeña pala y escoba, o manejar la aspiradora; y les decimos que no. Ya sea porque pensamos que es pequeño, que hará un daño o que ya hay alguien que se encarga de la limpieza. Tenemos que confiar en los niños, enseñarles poco a poco a hacer las cosas y no quitarles la iniciativa de ayudar.
-En lugar de decirles que limpien su habitación, es mejor dividir en trabajos más pequeños. Así, no se sentirán abrumados y les gustará más hacerse responsables de su cuarto.
-En ocasiones los niños pasan de los cinco años y los padres aún les cepillan los dientes, los visten y los peinan, ya que si lo hacen por su cuenta “quedan mal”. Lo recomendable es tomar los días libres para con calma enseñarles a arreglarse, o hacer un gráfico con imágenes de referencia que indiquen su rutina. Si bien es posible que necesiten que se les recuerde o supervise, los niños pueden hacer estas actividades.
-Negarles la oportunidad de  tener un animalito. Cuidar de una mascota puede fomentar el sentimiento de responsabilidad y vinculo afectivo en el niño. Las mascotas también necesitan ejercicio, lo que generará también una excusa para que el infante sea más activo y pueda jugar al aire libre. Si la familia no cuenta con espacio, considerar tener un pez, una tortuga, un hámster, u otro pequeño, es una opción más fácil.
-Una dificultad frecuente es negarnos a que los pequeños se equivoquen, a la vez que no les permitimos hacer sus cosas. Las prisas son el mayor enemigo para fomentar la autonomía de los pequeños ya que, no les damos tiempo para elegir o no les permitimos hacer sus tareas. En este sentido, debemos tomar conciencia de la importancia que tiene que los niños asuman sus responsabilidades y darles el  tiempo necesario para que lo hagan.
- Cada niño es único e irrepetible, las comparaciones son enojosas. Si bien todos los niños pueden ser educados para ser independientes, en cada uno los resultados serán diferentes. Es importante conocer sus capacidades, sus intereses y comprobar el esfuerzo realizado, ofreciendo oportunidades para la experimentación, el acierto, el error y el aprendizaje. De otro modo, la frustración de apoderará del niño al no poder alcanzar sus objetivos. 
-La responsabilidad no surge de manera espontánea sino que es fruto de la educación, de la perseverancia y de la experiencia. Fomentar la autonomía desde niños favorece el pleno desarrollo de la responsabilidad de los pequeños. La constancia y el reconocimiento de los logros, así como la reflexión sobre los errores son las principales pautas para alcanzar resultados positivos.
Aspectos fundamentales para tener niños y niñas autónomos y responsables:
1.- Dejarlos que comprendan las rutinas. De este modo una actividad le llevará a la otra de modo natural. 
2.- Darles explicaciones. Al ofrecerles instrucciones sencillas y claras antes de comenzar a hacer algo, les permitirá poder seguirlas sin equivocarse.
3.- Permitirles actuar solos. Así, podrán aprender de sus errores y mejorar su confianza.
4.-Ofrécerles opciones para elegir. Permitirles que escojan su peinado, qué ropa ponerse, cuál juego desean, les ayudará en un futuro cuando tomen decisiones por sí mismos.  
5.- Permitirles pensar. Cuando hagan preguntas, dejarlos pensar sus propias respuestas, fortalece el pensamiento racional. Luego se les puede explicar cómo es en realidad.
6.- Enseñarles a buscar otras opciones. Esto despertará su curiosidad y su autonomía.
7.- Establecer límites claros. Fomentar la autonomía y responsabilidad no significa dejar que los niños hagan todo solos. Supervisarles con frecuencia hará que sea una experiencia realmente educativa. 
8.- Darle valor a la negatividad. Cuando se niegan a hacer algo que se les pidió, hay que analizar si lo hace porque la actividad está fuera de su alcance o si es sencillamente porque no quiere. En el primer caso hay que  adaptar lo que le estamos pidiendo. En el segundo, hay que ignorar las quejas y dejarle que  asumir las consecuencias de su conducta.
9.- Ofrecerles tiempo y espacio tanto físico como emocional. Permitirles expresarse, sin sentir culpa por sus emociones y tener un lugar en el que estar tranquilos, les ayudará en su Inteligencia Emocional.
10.- No los desanimen. Los niños imaginan grandes aventuras y retos, sin mayor análisis de la realidad. Cuando lo hagan es interesante fomentar sus inquietudes y permitirle experimentar. Si el resultado no es el que esperaban, hay que motivarlos a reflexionar, apoyarles y darles otras posibilidades para establecer nuevos logros. 

Lcda. Oriana Salamanca Navas
Docente de Aula Integrada

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